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Este es un blog en el que encontrarás temas en torno el área de la Lengua Castellana, textos y curiosidades del lenguaje.
viernes, 24 de mayo de 2013
jueves, 11 de abril de 2013
ANTICUENTOS
ANTICUENTOS
DEL MIEDO
** Me avisaron -no recuerdo cómo- que Valerio me buscaba para matarme. No recuerdo quién me susurró aquello. Lo entreví apenas, como una sombra, diciendo cosas en mis oídos, con una voz reptante y pegajosa, como de caracol. Cuando me volví, ya no estaba -¿estuvo realmente?-. Una duda saludable me ensanchó el pecho y por mi garganta se coló un intento de risa. Tal vez fuera todo imaginación, y Valerio no quisiera realmente matarme. Sin embargo -es innegable- entreví la sombra amorfa y sentí cómo aquella voz soplada por el miedo, retorcida y desagradable, me introducía por los oídos este reptar tembloroso de gusano herido, que me llena la boca de acidez -será el gusto del pánico, pienso- y desde entonces vivo así, esperando que Valerio aparezca, echando lumbre por los ojos y mordiéndose la lengua para no soltar la palabra del perdón. Aparecerá, desde luego. No hay escondite posible, porque Valerio está en todas partes, es infernal, muere dentro de una burbuja dorada cuando enciendo una linterna y vuelve a nacer como un borrón vivo de tinta china al apagarla. Valerio está en todas partes, y en cada minuto es parido, incluso por las cosas que parecen refugios. Es inútil buscar protección. Valerio rompe el cascarón de la noche y sale y se levanta y exhibe uñas y sacude su cabellera mojada de sombras que se desparraman como gotas de alquitrán. Y entonces hay que huir, porque la noche es el nido abismal donde miles de Valerios patean la envoltura interior de los grandes huevos del miedo, resquebrajando la cáscara, que hace un ruido -lo oigo nítidamente- como de botas policiales marchando sobre grava suelta que se acercan rítmicamente, con crujidos de masticación inexorable, y quiere atraparme, sin darme tiempo a explicar, a gritar a Valerio que reflexione, y que se duela conmigo. Yo estuve allí, es cierto. Ni siquiera intenté huir, porque el pavor empapó las suelas de mis zapatos y me dejó clavado al piso. Miles de ojos me miraban con reproche, y yo sentía la garganta quemada por el llanto comprimido, pues en todo había una injusticia tremenda con su carga de vergüenza y miedo que me pesaba sobre la cabeza, y me obligaba a inclinarla sobre el pecho. Odié a la gente que me miraba con reproche, sin compasión. La odié porque ninguna de esas personas había aprendido que se debe mirar la culpa del prójimo a través de su miedo, para que la culpa se filtre, se limpie, y asome al otro lado un poco más humanizada y más comprensible y más disculpable, porque al final de cuentas uno no mata por gusto, y hay miles de razones incomprensibles para que la muerte nos ponga en la mano su cuchilla, pues sucedió que las zapatas del freno se mojaron al cruzar el charco aquel, y que la pizarra húmeda no muerde el acero pulido, y el coche sigue avanzando aunque toda la pierna, todo el cuerpo, toda el alma incendiada de espanto empujen con angustia el pedal inútil. Pero Valerio no me comprenderá jamás. El mundo está saturado de su odio. Lo respiro y reconozco porque tiene el mismo olor de aquel vestidito celeste y rojo -de sangre- apretado entre la rueda y el asfalto mojado, donde vi reflejada por primera vez la cara de Valerio, como en un espejo negro que devuelve las imágenes exactas de la desesperación, del rencor, y del odio que me condena irremisiblemente a morir no sé cuando, ni cómo. Hecho cierto como la luz del sol, que da la razón a la voz de caracol y me induce a imaginar a Valerio luciendo en los ojos la tranquilidad mortal del cazador, mientras retuerce los hilos dorados de una cabellera rubia -de niña- convirtiéndola en cuerda que me cortará el aliento. La presa soy yo, y mi vida es cerrar ventanas y puertas y asfixiarme por falta de aire y por exceso de espera. Precaución inútil, porque Valerio ya está adentro, y siento su respiración que silba y se acerca con lenta y letal eficacia de serpiente, que va trepando pecho arriba, buscando hacerse nudo en mi garganta, hasta que el viejo instinto de vivir libera sus resortes aplastados por la resignación y la espera, y de un salto, enciendo la luz, pero inútilmente, porque Valerio se me ha metido adentro, en el cerebro, preñándolo con el feto tentacular de la angustia, que se aposenta en el punto más alto de mi conciencia y grita su mandato de morir, con tanta persistencia, con tan infernal acoso que mi brazo -o el de Valerio, ya no lo sé- busca la mesita de luz, sus manos -o las mías tal vez- abren el cajón, empuñan la reluciente pistola y apoyan su caño azul sobre mi corazón, sobre el que -¿anticipo feliz de lo que está próximo a llegar?- siento el agradable frío del metal...
DE LA FURIA
** Siempre que quería decir algo estallaba un infernal ruido de cadenas, y mi voz quedaba ahogada, y las palabras y las ideas se hundían en un mar de hierro sonoro, denso como cieno, que gorgoteaba con júbilo grosero cada vez que tragaba una palabra, una frase. Quería gritar más fuerte que el ruido, pero no podía, porque el ruido tenía un poder de marejada, capaz de hincharse de pesada furia y reventar en un estruendo que me dejaba parado, ridículo, moviendo la boca para modular silencios. Pero uno tiene una reserva de rebeldía, y una dignidad, y un orgullo que me impelía a pelearle a aquella mudez impuesta. Entonces me ponía a correr como loco a lo largo de los médanos de mi soledad buscando al enemigo, hasta caer agotado y furioso, arañando la arena que se deslizaba entre mis dedos con un ruidito que parecía la contenida risa maligna del mundo. Y todo seguía igual, durante horas y horas, con mi cuerpo convertido en la lisa superficie de un campo donde bullía el torneo entre mi voz que quería hacerse oír y el ruido de chatarra que la aplastaba contra el piso, una y otra vez, hasta que la fatiga lo anulaba todo, menos la desesperada ansiedad de aire. Lo terrible es que todo seguirá así hasta que el Capitán muera, o se canse. No me persigue, pero me acecha. Y eso es lo peor. En el que nos persigue hay algo tristemente heroico, pero en el que nos acecha, algo de deliberada maldad de zarpa, el salto inesperado, la risa cortada en el gorgoteo de una yugular abierta. Tenían que habérmelo dicho, avisármelo. Uno no tiene la culpa de haber nacido con un millón de ideas vírgenes en las células, ni de haber escogido unas cuantas para ir puliéndolas a lo largo de los años, y llevarlas colgadas del pensamiento y exhibirlas, fecundas y poderosas, como testículos del alma que guardan el secreto de nuestra inmortalidad auténtica, o por lo menos de nuestra supervivencia. Pero del otro lado está el Capitán, recio como un tronco reseco y duro que nutre sus raíces en el arenal, y está orgulloso de eso, con un orgullo que integra la frialdad de su mirada disciplinada y fija, que tiene filo de guadaña, ansioso de castrar.
** Recordarle produce un temor enfermizo, pero ya lo dije, uno tiene su orgullo, y amor propio que substituye al coraje, y una conciencia vaga que parece agarrada al espinazo y nos induce a pensar y a creer que uno está -aquí- para algo más importante que correr sobre los médanos calientes y arañar la arena. Entonces, de la misma manera que salía a desafiar al ruido, salía a desafiar al Capitán. Pero el ruido no estaba en ninguna parte y el Capitán estaba en todas, de modo que debía soportar la condena de quedarme quieto, incapaz de someter a mi alma a la indignidad de hacer la figura ridícula del pugilista que pega puñetazos a su sombra.
** Recordarle produce un temor enfermizo, pero ya lo dije, uno tiene su orgullo, y amor propio que substituye al coraje, y una conciencia vaga que parece agarrada al espinazo y nos induce a pensar y a creer que uno está -aquí- para algo más importante que correr sobre los médanos calientes y arañar la arena. Entonces, de la misma manera que salía a desafiar al ruido, salía a desafiar al Capitán. Pero el ruido no estaba en ninguna parte y el Capitán estaba en todas, de modo que debía soportar la condena de quedarme quieto, incapaz de someter a mi alma a la indignidad de hacer la figura ridícula del pugilista que pega puñetazos a su sombra.
MICROCUENTOS
MICROCUENTOS
Genealogía
** Una raza más agresiva de monos expulsó de los árboles a otra raza más pacífica y conformista. La Tribu vencida se exilió de la arboleda y fue a instalarse en la llana tierra. Pero allí el pastizal era alto y tupido, y para verse unos a otros y para observar el peligro, los monos derrotados tuvieron que aprender a andar erguidos, sobre dos patas. Y fue así que sin proponérselo, los conquistadores de los árboles, partiendo del pariente más infeliz, inventaron al Hombre, que se vengaría conquistando al Mundo.
Fúnebre
** Cuando nacía, murió su madre de parto. Fue hijo huérfano de padre viudo. Se casó y enviudó a su vez, pero antes de morir, su esposa le dio un hijo que resultó ser el hijo huérfano de un padre viudo que era hijo huérfano de un padre viudo. Viven los tres en la misma casa, y cuando paso frente a ella, camino con solemnidad, como si pasara frente a un panteón.
Comienzo
** De pronto cayó en la cuenta de que era inteligente. Hizo de la caverna un hogar. Fabricó herramientas, aprendió a encender y conservar el fuego e inventó las armas. Se sintió orgullosamente superior a toda criatura viviente sobre la faz de la tierra, y necesitó una medida de su propia importancia. Entonces, creó a Dios a su imagen y semejanza.
Mestizaje
El conquistador español tomó para sí a una joven india y tuvieron un hijo. Otros conquistadores lo imitaron y hubo muchos españoles con muchas mujeres indias. El mestizaje perfecto, con el varón de una estirpe y la mujer de otra. La dama española veía pasar al indio gallardo, desnudo y elástico, y suspiraba. Lo demasiado perfecto, deja de serlo.
En el origen
** El fruto que había arrancado tenía sabroso aspecto, pero la cáscara era dura. Entonces, en la mente elemental surgió una idea: podía golpear el fruto con una piedra y romper la envoltura. Así lo hizo con éxito, e inventó de esta manera la primera herramienta: el martillo. Contento, fue a buscar otro fruto. Lo halló y al repetir la operación se aplastó el dedo. Entonces, inventó la primera palabrota.
**/**
HALLEY MORA COMO NARRADOR
** Mario Halley Mora es un escritor fecundo dentro de nuestro ambiente. Ha cultivado el género teatral, y la larga serie de piezas que ha escrito constituye un capítulo aparte en la historia del teatro paraguayo. Pero sus inquietudes han hecho que también se lanzara al campo de la narrativa donde ha llegado a obtener similar suceso, tanto por sus relatos breves como por sus novelas, una de las cuales, Los hombres de Celina, obtuviera el Premio La República en 1981.
** En esta nueva edición de sus cuentos y de sus microcuentos es dable encontrar bien marcada una de las características de este escritor, cual es la del profundo conocimiento que tiene del corazón humano, conocimiento que le ha sido muy valioso para la creación de sus personajes, cada uno de los cuales, a pesar de alguna aparente intrascendencia, es todo un carácter muy bien definido.
** Las situaciones creadas por el escritor constituyen el resultado de una cabal síntesis entre la observación de la realidad y la propia imaginación. Con esta fórmula logra dar realismo a sus relatos, pero también ese casi imperceptible toque de magia y de suspenso. Y así, por citar un ejemplo casi al azar, puede apreciarse en un cuento breve titulado «El perro», donde están dadas tales características que atraen la atención del lector. En ese relato se encierra todo un drama hasta su culminación, todo es verosímil pero, a la vez, fantástico. La linde entre la realidad y la fantasía casi desaparece dentro de un esfuminado juego que contribuye a dar mayor realce a la situación dentro de la cual se debate uno de los personajes -el humano-, ya que el otro, el perro, adquiere un papel casi protagónico.
** Otro tanto puede decirse de muchos de los cuentos que integran este libro. No son de mero entretenimiento, no son simple diversión, sino que cada uno de ellos contiene su propia moraleja no escrita, pero tan latente que es el propio lector quien le da forma.
** En lo que se refiere a la microcuentos, éstos constituyen una variante dentro del género narrativo y son una suerte de juego que se asemeja en mucho a las miniaturas a las que son tan adictos los pueblos orientales y también a esos poemas del mismo origen que deben encerrar todo un mundo con la máxima economía verbal. Halley Mora se muestra un artífice de estas breves narraciones en las cuales se dan sólo los elementos esenciales, el esqueleto del relato para que sea el lector el encargado de cubrirlo con la carne necesaria y hábilmente insinuada por el autor. Estos microcuentos constituyen, en su mayor parte, breves biografías con los hitos principales de una existencia y, a veces, son tan pocos que uno no puede menos que sentirse dolido ante la futilidad de algunas vidas que pasan por el mundo sin dejar huellas ni recuerdos. El juego sutil y bien logrado del escritor consigue esos efectos y son ellos, precisamente, los que marcan los perfiles de los microcuentos y los hacen profundamente complejos dentro de su inicial simplicidad.
** El hecho de que estos relatos conozcan de una nueva edición es suficiente prueba de la recepción que le ha otorgado el público cuando fueron presentados por primera vez y hace que puedan omitirse más comentarios sobre el valor de los mismos.
** En esta nueva edición de sus cuentos y de sus microcuentos es dable encontrar bien marcada una de las características de este escritor, cual es la del profundo conocimiento que tiene del corazón humano, conocimiento que le ha sido muy valioso para la creación de sus personajes, cada uno de los cuales, a pesar de alguna aparente intrascendencia, es todo un carácter muy bien definido.
** Las situaciones creadas por el escritor constituyen el resultado de una cabal síntesis entre la observación de la realidad y la propia imaginación. Con esta fórmula logra dar realismo a sus relatos, pero también ese casi imperceptible toque de magia y de suspenso. Y así, por citar un ejemplo casi al azar, puede apreciarse en un cuento breve titulado «El perro», donde están dadas tales características que atraen la atención del lector. En ese relato se encierra todo un drama hasta su culminación, todo es verosímil pero, a la vez, fantástico. La linde entre la realidad y la fantasía casi desaparece dentro de un esfuminado juego que contribuye a dar mayor realce a la situación dentro de la cual se debate uno de los personajes -el humano-, ya que el otro, el perro, adquiere un papel casi protagónico.
** Otro tanto puede decirse de muchos de los cuentos que integran este libro. No son de mero entretenimiento, no son simple diversión, sino que cada uno de ellos contiene su propia moraleja no escrita, pero tan latente que es el propio lector quien le da forma.
** En lo que se refiere a la microcuentos, éstos constituyen una variante dentro del género narrativo y son una suerte de juego que se asemeja en mucho a las miniaturas a las que son tan adictos los pueblos orientales y también a esos poemas del mismo origen que deben encerrar todo un mundo con la máxima economía verbal. Halley Mora se muestra un artífice de estas breves narraciones en las cuales se dan sólo los elementos esenciales, el esqueleto del relato para que sea el lector el encargado de cubrirlo con la carne necesaria y hábilmente insinuada por el autor. Estos microcuentos constituyen, en su mayor parte, breves biografías con los hitos principales de una existencia y, a veces, son tan pocos que uno no puede menos que sentirse dolido ante la futilidad de algunas vidas que pasan por el mundo sin dejar huellas ni recuerdos. El juego sutil y bien logrado del escritor consigue esos efectos y son ellos, precisamente, los que marcan los perfiles de los microcuentos y los hacen profundamente complejos dentro de su inicial simplicidad.
** El hecho de que estos relatos conozcan de una nueva edición es suficiente prueba de la recepción que le ha otorgado el público cuando fueron presentados por primera vez y hace que puedan omitirse más comentarios sobre el valor de los mismos.
lunes, 1 de abril de 2013
PALABRAS CON CINCO VOCALES
La famosa escritora española Lucía Echevarría, ganadora del Premio Planeta, dijo en una entrevista, que "murciélago" era la única palabra en el idioma español-castellano que contenía las 5 vocales.
Le contestó un lector y escribió la siguiente carta a un periódico:
Piense un poco y controle su "euforia". Un "arquitecto" "escuálido", llamado "Aurelio" o "Eulalio", dice que lo más "auténtico" es tener un "abuelito" que lleve un traje "reticulado" y siga el "arquetipo" de aquel viejo "reumático" y "repudiado", que "consiguiera" en su tiempo, ser "esquilado" por un "comunicante", que cometió "adulterio" con una "encubridora" cerca del "estanquillo", sin usar "estimulador".
Señora escritora, si el "peliagudo" "enunciado" de la "ecuación" la deja "irresoluta", piense de modo "jerárquico".
No se atragante con esta "perturbación", que no va con su "milonguera" y "meticulosa" "educación".
¡Lo que es la falta de "ignorancia"!
Le contestó un lector y escribió la siguiente carta a un periódico:
Piense un poco y controle su "euforia". Un "arquitecto" "escuálido", llamado "Aurelio" o "Eulalio", dice que lo más "auténtico" es tener un "abuelito" que lleve un traje "reticulado" y siga el "arquetipo" de aquel viejo "reumático" y "repudiado", que "consiguiera" en su tiempo, ser "esquilado" por un "comunicante", que cometió "adulterio" con una "encubridora" cerca del "estanquillo", sin usar "estimulador".
Señora escritora, si el "peliagudo" "enunciado" de la "ecuación" la deja "irresoluta", piense de modo "jerárquico".
No se atragante con esta "perturbación", que no va con su "milonguera" y "meticulosa" "educación".
¡Lo que es la falta de "ignorancia"!
sábado, 30 de marzo de 2013
ELOGIO DE LA DIFICULTAD
Palabras pronunciadas por Estanislao Zuleta cuando en 1980 recibió el título de Doctor Honoris Causa en Psicología de la Universidad del Valle.
(Texto para fines exclusivos de Estudio. Círculos de Estudio Existencial CEE. Biblioteca Anthropos de sicología Existencial & Psicoanálisis. Asociación Colombiana de Análisis Existencial ACDAE.)
La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.
Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas.
Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.
En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida.
En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.
Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia -por la desgracia- de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos.
En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro -y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo-, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la "causa" absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión.
Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular -todos lo son- como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por la participación, separan un interior bueno -el grupo- y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto.
Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto.
No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado a las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una critica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de encarnar la promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada.
Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado, estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior.
Lo más difícil, lo más importante. Lo más necesario, lo que a todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades.
Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica: Es decir, el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. El es así; yo me vi obligado. El cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El discurso del otro no es más que de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados.
Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo.
La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa.
En el carnaval de miseria y derroche propios del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad.
Dostoievski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido. Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.
Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:
"También esta noche, tierra, permaneciste firme. Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor. Y alientas otra vez en mi la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia".
EL LENGUAJE COMO CAPACIDAD INNATA
Bibliografía: Capítulo 1 de Pinker, , El instinto para adquirir un arte.
Autor: Carlos Andrés
Tema II: El lenguaje como capacidad innata.
Guión del capítulo 1 de Pinker, El instinto para adquirir un arte.
La capacidad lingüística como algo único de la especie, que le ha permitido una cooperación inigualada por otras especies.
Opiniones falsas sobre la capacidad lingüística:
- ·Es la invención cultural más importante del hombre
- ·Moldea el pensamiento: Distintas lenguas → distintos conceptos de la realidad.
- ·Los niños aprenden a hablar imitando a los adultos
- ·Se está empobreciendo la capacidad lingüística del pueblo, por los problemas educativos.
- ·El inglés es lengua caprichosa y contraria a la lógica.
Al contrario.
- ·Es una capacidad de nuestro cerebro
- ·Se desarrolla espontáneamente en el niño → instinto
- ·Si el lenguaje se aprendiera por imitación un niño no podría decir: "Se me ha rompido".
El conocimiento tácito de gramática de cualquier preescolar supera en complejidad a cualquier manual de estilo.
El autor prefiere hablar de "instinto del lenguaje". Ya Darwin calificó de esa manera al lenguaje: "tendencia instintiva a adquirir un arte". Pero hay que entender que el instinto no encadena de forma determinista, la inteligencia permite un uso flexible de estos, al coordinar los distintos instintos.
La naturalidad, transparencia y automaticidad del lenguaje son meras ilusiones: se trata de un sistema de enorme complejidad.
Chomsky revolucionó la lingüística en los 50, frente al conductismo (aprendizaje por estímulos y respuestas). Llamó la atención sobre dos hechos fundamentales:
- ·Casi toda oración es una combinación nueva, inédita de palabras → No aprendizaje. La lengua no es un repertorio sino un programa de creación de frases (llamó al programa "gramática mental")
- ·Los niños desarrollan gramáticas complejas sin instrucción formal → Tienen que estar equipados de nacimiento con una gramática universal que les hace aprender cualquier lengua.
Guión del 2º capítulo de Pinker, Charlatanes.
Jamás se ha descubierto una cultura o tribu mudas, ni hay constancia de que el origen del lenguaje esté en determinada zona del globo → No es invención cultural, sino producto de un instinto.
Además, aunque haya culturas en la edad de piedra su lengua no es "de la edad de piedra": Complejidad gramatical... Verbos con 7 prefijos-sufijos, concordancias complejas, muchos "géneros".
Lo mismo sucede con las clases no escolarizadas: la complejidad de su lengua es equivalente a la de los etonianos. Inglés de negros: sofisticación especial. Subcultura mas oral que la de los blancos. Virtuosismo lingüístico.
Lengua: Dialecto con un ejercito y una armada... No son defectuosos gramaticalmente.
Universalidad lenguaje: prueba de su innatismo?. No, no todo lo universal es innato. También comer con las manos en vez de pies, pero eso no implica instinto universal.
Pinker lo probará estudiando el desarrollo del lenguaje en los niños: el lenguaje es universal porque los niños lo desarrollan en cada generación, en vez de aprenderlo: no pueden evitar desarrollarlo.
¿Cómo surgieron las lenguas en el mundo? No hay registros. Pero si hay casos en que se desarrolla una lengua a partir de la nada: Esclavos americanos y trabajadores en Hawai.
Se mezclan esclavos de diferentes procedencias lingüísticas → pidgin: dialecto macarrónico: cadenas de palabras inconexas tomadas del idioma del dueño. No es lengua: sin flexiones, ni orden estable, ni tiempos verbales...
Pero puede evolucionar a lengua si un grupo de niños la oye (trabajador del lugar). Le añaden la complejidad gramatical que le falta: conectores, flexiones... Lengua criolla, con poder expresivo de lengua. En gran parte ha sido creada por las mentes de los niños.
Otros "experimentos naturales" actuales han procedido del estudio del lenguaje de los sordos. Estos lenguajes de signos tienen todos los componentes de las lenguas orales.
- ·Iniciativa nicaragüense: lectura labial y lenguaje oral: fracaso. Pero en autobuses y recreos los jovenes-adultos desarrollaron sistema signos (LSN) comparable a dialecto macarrónico. Ingresan niños pequeños: LSN se desarrolla hasta ISN, con caracteres de lengua criolla: Normalización espontánea por los niños.
- ·Cuando niños sordos se crían con padres sordos que emplean LS lo desarrollan con mucha competencia. Pero los de padres hablantes... si lo aprenden de adultos tienen muchos problemas, como lengua extranjera.
- ·Otro caso, hijo sordo de padres que hablan mal el lenguaje de los signos: el niño los sobrepasa... Imposible por repetición. Ha eliminado los errores gramaticales de sus padres. Lo mismo sucede con sordos de padres oyentes que aprenden el LS malamente para comunicarse con el.
- ·Los niños no aprenden a hablar de sus padres, ni estos enseñan a sus hijos. No aprenden por repetición. El mérito es de los propios niños.
El idioma simplificado (maternés) es inútil al respecto. Los bebes no entienden nada de eso. En algunas culturas no dirigen la palabra a los niños hasta que estos ya hablan correctamente.
- ·Argumento de la pobreza del estímulo:
- ·Positivamente: El numero de frases es prácticamente infinito: Nunca se podría proceder a aprenderlas (Dar un pez enseñar a pescar). Pero tampoco se enseña a pescar... Tampoco la generalización vale.
- ·Negativamente: Los niños no reciben ejemplos suficientes de frases incorrectas ni indicaciones al respecto cuando se confunden. Sin embargo saben cuando algo no es correcto y lo evitan.
- ·Es más, incluso en los errores, siguen una "lógica": Así, la s de la 3ª persona sing. presente en verbos ingleses. Tras aprenderla, los niños la aplican al pasado y a be (bes) y do (dos). Y eso definitivamente no lo han oído...
En conclusión: La mente tiene un plan universal de reglas gramaticales, que se desarrollan por su cuenta en presencia del estímulo correspondiente. Imposible adquirir el lenguaje por imitación.
- ·Otro argumento: Si instintivo debería estar localizado en alguna zona del cerebro y debería haber algunos genes relacionados con su adquisición. Y las lesiones cerebrales deberían afectarle.
El órgano del lenguaje y el gen no han sido encontrados pero continua la búsqueda. Lo que sí se sabe es de lesiones cerebrales que afectan al habla.
- ·Afasia de Broca: Infarto cerebral o bala en parte inferior del lóbulo frontal izquierdo del cerebro → Pérdida casi total de la facultad de hablar, pero se mantienen el resto de las facultades intelectuales.
- ·Trastorno especifico del lenguaje: Afecta a familias, hereditario. Hablan entrecortadamente, agramaticalmente, pero no como Afasia de broca, sino como turista en el extranjero: muy despacio, planificando esperando que el otro termine la frase. Deja intacta el resto de la inteligencia, solo afecta al lenguaje.
Caso opuesto: Síndrome del charlatán: Nada de inteligencia con lenguaje bien desarrollado:
- ·Espina bífida → hidrocefalia → retraso significativo con habilidades lingüísticas normales incluso hipertrofiadas: charlatanería sin contenido.
- ·Esquizofrenia, alzheimer
- ·Síndrome de Williams: genético: Apariencia extraña, CI 50, pero competencia lingüística muy buena, con gusto por palabras infrecuentes. Nombrar animales:
- ·Conclusiones:
La gramática es universal. Está presente en todas las culturas y en todas las clases sociales. No depende esencialmente del nivel de educación.
Además, puede sufrir trastornos por problemas genéticos o lesiones cerebrales.
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sábado, 9 de febrero de 2013
LEYENDO UN DICCIONARIO
Encontré al padre Nicanor, mi tío, embebido en la lectura. Me sorprendió ver que el libro que tenía ante sus ojos era el "Diccionario de antioqueñismos", del padre Julio Jaramillo Restrepo,que hacía muchos meses yo le había regalado. Entre sus manos, casi como una paloma blanca echada con las alas abiertas, el bello volumen, publicado en 2010 por el Fondo Editorial de Eafit, en la colección Rescates. La impecable edición entrega a los lectores un excelente y delicioso trabajo de indagación del lenguaje de Antioquia, encontrado entre los papeles que dejó, al morir, el ilustre sacerdote abejorraleño y cuyo último largo trecho de existencia transcurrió en Envigado.
-Buenos días, padre Nicanor. Me alegra verlo hojeando el librito que le regalé hace tiempo. Está bueno, ¿cierto?
-Yo ya lo había hojeado y ojeado muchas veces. Ahora lo estoy leyendo.
-¿Leyendo un diccionario? No charle, tío.
-Así como suena. Y no es el primero ni el último. Y ya que de diccionarios se trata, me lo estoy leyendo de la a a la zeta
-No me imagino cómo se pueda leer un diccionario.
-Yo hablo de varias lecturas. Una, que es a la husma; husmeando, como los perros, las palabras. Uno las olfatea y, en este caso de los regionalismos, se despiertan aromas de vivencias antiguas, de nostalgias enterradas.
-Curioso ese leer husmeando, que usted dice.
-La siguiente lectura es picoteando, como las gallinas y las palomas. Uno va atrapando, con el pico de la curiosidad, palabras raras o desconocidas, y se las traga, las mete en la memoria. Es buen alimento para ampliar el conocimiento y enriquecer el lenguaje.
-Más curioso, todavía, padre, eso de picotear diccionarios.
-La tercera es lectura de estudio, de comparación con otras obras de investigación idiomática. Y, finalmente, que es la esencia de los diccionarios: la consulta siempre que se encuentren u oigan palabras cuyo significado se desconoce.
-Bueno, curioso eso de leer diccionarios. Ahora, según usted, tío, cuáles son la virtudes de este "Diccionario de antioqueñismos" del padre Julio Jaramillo.
-La sencillez que impregna todo el libro. Las acotaciones de deliciosa ironía en algunos de los comentarios. Una inmensa labor de búsqueda y compilación de regionalismos, que deja entrever mucha lectura y mucha conversación y escucha del habla popular. Todo muy del talante del recordado sacerdote.
-¿Y para qué puede servir?
-Te lo digo de una: para acendrar la antioqueñidad, cada vez más desteñida. Para purificar el lenguaje paisa, tan profanado hoy por humoristas de pacotilla y graciosos de toda laya que creen que el habla de Antioquia es un barbotar de palabras obscenas, de sandeces de mal gusto y de insulsas chabacanerías. Y no más. Que Dios tenga en su gloria al padre Julio.
-Buenos días, padre Nicanor. Me alegra verlo hojeando el librito que le regalé hace tiempo. Está bueno, ¿cierto?
-Yo ya lo había hojeado y ojeado muchas veces. Ahora lo estoy leyendo.
-¿Leyendo un diccionario? No charle, tío.
-Así como suena. Y no es el primero ni el último. Y ya que de diccionarios se trata, me lo estoy leyendo de la a a la zeta
-No me imagino cómo se pueda leer un diccionario.
-Yo hablo de varias lecturas. Una, que es a la husma; husmeando, como los perros, las palabras. Uno las olfatea y, en este caso de los regionalismos, se despiertan aromas de vivencias antiguas, de nostalgias enterradas.
-Curioso ese leer husmeando, que usted dice.
-La siguiente lectura es picoteando, como las gallinas y las palomas. Uno va atrapando, con el pico de la curiosidad, palabras raras o desconocidas, y se las traga, las mete en la memoria. Es buen alimento para ampliar el conocimiento y enriquecer el lenguaje.
-Más curioso, todavía, padre, eso de picotear diccionarios.
-La tercera es lectura de estudio, de comparación con otras obras de investigación idiomática. Y, finalmente, que es la esencia de los diccionarios: la consulta siempre que se encuentren u oigan palabras cuyo significado se desconoce.
-Bueno, curioso eso de leer diccionarios. Ahora, según usted, tío, cuáles son la virtudes de este "Diccionario de antioqueñismos" del padre Julio Jaramillo.
-La sencillez que impregna todo el libro. Las acotaciones de deliciosa ironía en algunos de los comentarios. Una inmensa labor de búsqueda y compilación de regionalismos, que deja entrever mucha lectura y mucha conversación y escucha del habla popular. Todo muy del talante del recordado sacerdote.
-¿Y para qué puede servir?
-Te lo digo de una: para acendrar la antioqueñidad, cada vez más desteñida. Para purificar el lenguaje paisa, tan profanado hoy por humoristas de pacotilla y graciosos de toda laya que creen que el habla de Antioquia es un barbotar de palabras obscenas, de sandeces de mal gusto y de insulsas chabacanerías. Y no más. Que Dios tenga en su gloria al padre Julio.
sábado, 19 de enero de 2013
TEXTO ARGUMENTATIVO
http://www.ejemplo.us/ejemplos-de-argumentos/
Ejemplo de texto
argumentativo
ELOGIO A LA MUJER BRAVA
POR: HÈCTOR ABAD FALCIONLINCE
A los hombres
machistas, que somos como el 96% de la población masculina, nos molestan las
mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para
designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les
tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder
masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos
machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por
herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a
nuestra voluntad, atacan y se defienden.
La hembra con
la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de
bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y
sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita
que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que
abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos
bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer
buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en los floreros.
Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una
especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los
noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te
mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera
disposición, en apariencia como si nos dijera “no más usted me avisa y
yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo
de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que
requieren más tiempo, y se quedan a medias).
A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque éstas nuevas mujeres,
las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos
soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan
problema. Porque éstas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan,
contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana.
Éstas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas
plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles
subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben
más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más
difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.
Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al
burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera
tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue
siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es
otra manera de comprarlas, por que saben que ahí –y en la fuerza bruta- ha radicado
el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si
logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los
errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres,
nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible
una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan
tanto como nosotros (o más), entonces ellas también se declaran hartas por la
noche, y de mal humor, y lo mas grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos
dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas
madres, pero son mejores, precisamente por que son menos santas (las santas
santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.
Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinte añeras
(mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos
pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias
para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita de algún consejo
sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o
una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas
de piel y tetas perfectas, aunque éstas sean la delicia con la que
soñamos, un sueño que cuando se realiza ya no sabemos qué hacer con todo eso.
Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que
dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas,
tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá
nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia
reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos
volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que
exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por
eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con las que se
puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en
abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza; nos dan
ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida
larga y de conocimiento.
Por Héctor Abad
TEXTO ARGUMENTATIVO
El texto argumentativo tiene como objetivo
expresar opiniones o rebatirlas con el fin de persuadir a un receptor. La
finalidad del autor puede ser probar o demostrar una idea (o tesis), refutar la
contraria o bien persuadir o disuadir al receptor sobre determinados
comportamientos, hechos o ideas.
La argumentación, por importante que sea, no suele
darse en estado puro, suele combinarse con la exposición. Mientras la
exposición se limita a mostrar, la argumentación intenta demostrar,
convencer o cambiar ideas. Por ello, en un texto argumentativo además de
la función apelativa presente en el desarrollo de los argumentos,
aparece la función referencial, en la parte en la que se expone la
tesis.
La argumentación se utiliza en una amplia variedad de textos, especialmente
en los científicos, filosóficos, en el ensayo, en la oratoria política y
judicial, en los textos periodísticos de opinión y en algunos mensajes
publicitarios. En la lengua oral, además de aparecer con frecuencia en la
conversación cotidiana (aunque con poco rigor), es la forma dominante en los
debates, coloquios o mesas redondas.
PROCEDIMIENTOS
ORGANIZATIVOS
El texto argumentativo suele organizar el
contenido en tres apartados: introducción, desarrollo o cuerpo argumentativo, y
conclusión.
La INTRODUCCIÓN suele partir de una
breve exposición (llamada “introducción o encuadre”) en la que el argumentador
intenta captar la atención del destinatario y despertar en él una actitud
favorable. A la introducción le sigue la tesis, que es la idea en
torno a la cual se reflexiona. Puede estar constituida por una sola idea o por
un conjunto de ellas.
El DESARROLLO. Los elementos que
forman el cuerpo argumentativo se denominan pruebas, inferencias o
argumentos y sirven para apoyar
la tesis o refutarla.
Según
la situación comunicativa, se distingue entre :
ESTRUCTURA MONOLOGADA: La voz de un solo
sujeto organiza la totalidad del texto argumentativo. Es el caso del
investigador que valora el éxito de un descubrimiento en una conferencia.
ESTRUCTURA DIALOGADA: El planteamiento, la
refutación o la justificación y la conclusión se desarrollan a lo largo de
réplicas sucesivas. Es el caso de los debates en los que es fácil que surjan la
controversia, la emisión de juicios pasionales, las descalificaciones y las ironías.
Según
el orden de los componentes, se distinguen varios modos de razonamiento:
La DEDUCCIÓN (o estructura
analítica) se inicia con la tesis y acaba en la conclusión.
La INDUCCIÓN (o estructura
sintética) sigue el procedimiento inverso, es decir, la tesis se expone al
final, después de los argumentos.
A su vez, l os argumentos empleados
pueden ser de distintos tipos:
Argumentos racionales: Se basan en ideas y
verdades admitidas y aceptadas por el conjunto de la sociedad.
Argumentos de hecho: Se basan en pruebas
comprobables.
Argumentos de
ejemplificación: Se basan en ejemplos
concretos.
Argumentos de autoridad: Se basan en la opinión
de una persona de reconocido prestigio.
Argumentos que apelan a
los sentimientos. Con estos argumentos
se pretende halagar, despertar compasión, ternura, odio…
La CONCLUSIÓN. Es la parte final y
contiene un resumen de lo expuesto (la tesis y los principales argumentos).
PROCEDIMIENTOS
DISCURSIVOS
Se trata de procedimientos que no son
exclusivos de la argumentación antes bien son compartidos por otros modos de
organización textual, como la exposición. Destacan:
La DEFINICIÓN. En la argumentación
se emplea para explicar el significado de conceptos. En ocasiones, se utiliza
para demostrar los conocimientos que tiene el argumentador.
La COMPARACIÓN (o analogía) sirve
para ilustrar y hacer más comprensible lo explicado. Muchas veces sirve para
acercar ciertos conceptos al lector común.
La CITAS son reproducciones de
enunciados emitidos por expertos. Tienen el objetivo de dar autenticidad al
contenido. Las citas se emplean como argumentos de
autoridad.
La ENUMERACIÓN
ACUMULATIVA consiste en aportar
varios argumentos en serie. Cumple una función intensificadora.
La EJEMPLIFICACIÓN se basa en aportar
ejemplos concretos para apoyar la tesis. Los ejemplos pueden ser el resultado
de la experiencia individual.
La INTERROGACIÓN se emplea con fines
diversos: provocar, poner en duda un argumento, comprobar los conocimientos del
receptor…
PROCEDIMIENTOS
LINGUÌSTICOS
El párrafo es el cauce que sirve
para distribuir los diferentes pasos (planteamiento, análisis o argumentos y
conclusión) contenidos en la argumentación escrita.
De entre
los elementos de cohesión textual que relacionan los
contenidos repartidos en los diferentes párrafos destacan tres: la repetición léxica o
conceptual en torno al tema y los
marcadores discursivos que permiten seguir el
proceso de análisis o argumentación y avisan del momento de la conclusión.
Si el texto pertenece al ámbito
científico (jurídico, humanidades…) abundan en el léxico los tecnicismos. Si es de tema más
general o de enfoque más subjetivo, suele utilizarse un léxico de registro
predominantemente estándar.
|
||||||||||||||||||
Estructura o partes integrantes de un argumento.
En la lógica clásica se
establecía que un argumento se componía de:
- Coherencia
- Cohesión
o congruencia
- Consistencia
- Finalidad
- Sentido
- Premisas
- Conclusión
Ejemplos de argumento:
1. Todos los
pájaros ponen huevos (Premisa
mayor) -El pingüino es un pájaro (Premisa menor) Por tanto, el pingüino pone huevos (Conclusión)
2. Las normas de la
escuela señalan lo que los estudiantes tienen prohibido hacer (Premisa mayor) Las normas de
la escuela no prohíben que un estudiante pilote platillos volantes. (Premisa menor) Por tanto, los
alumnos pueden pilotar platillos volantes (Conclusión)
3. En Alemania la
gente bebe cerveza. (Premisa
mayor) Jorge se ha ido a vivir a Alemania. (Premisa menor) Por tanto,
Jorge bebe cerveza (Conclusión)
Ejemplo de texto
argumentativo
LA SOLEDAD DE
LA SOLEDAD
POR: Sandra Yeníber Arenas Castro
POR: Sandra Yeníber Arenas Castro
Para empezar
a escribir sobre la soledad, se hace necesario aclarar, que esta es un estado
del alma, que en su esencia abstracta, posee tantas miradas, como seres existen
en el mundo. Esta es, de alguna manera y de tantas maneras una de ellas. La
soledad que puede ser vista desde la literatura, los medios de comunicación, la
economía, la psicología y cada una de ellas transversalizadas por la esencia del hombre mismo, que se interroga por el
sentido de su existencia, ya sea consciente o inconscientemente.
Iniciaré citando a una poetisa argentina, quien
simboliza el estado de la soledad. Alfonsina Storni, sintetiza a través de sus palabras, que
exteriorizan desde la metáfora, la expresión del alma y su vivencia frente a la
soledad. La poetisa se describe, asi misma: 1“Soy un alma desnuda en estos
versos. Alma desnuda que angustiada y sola, va dejando sus pétalos dispersos”.
La autora hace manifiesto, la soledad que conduce a sentimientos de angustia y
de dolor existencial, que desde la
corporeidad, reflejan un estado del alma.
Este
pensamiento, da origen para empezar a analizar los índices de suicidios en el
mundo, los cuales evidencian la inconformidad del hombre y de la mujer frente a
los ideales de vida. Países “desarrollados” como Estado Unidos arrojan un
porcentaje bastante alto en suicidios anuales.
Esto permite dar una mirada a la soledad del individuo, que frente a una
evolución y crecimiento económico, la persona misma se ha visto relegada a un
tercer o cualquier otro lugar en competencia con el tener y el placer, que
satisfacen la economía global.
Por otro
lado, las familias colombianas no se eximen de
esta realidad social de abandono del individuo, aunque se trate del
propio hijo. Cada vez más niños se ven expuestos a modelos de familias, tipo
“Chavo del ocho”. En donde Kiko, no
tiene figura paterna, y en su reemplazo aparece un “aparente” padrastro. La
Chilindrina, carece de figura materna, la cual es suplida simultáneamente por el padre. Y, ni qué decir sobre el protagonista,
el cual es el prototipo del infante abandonado, carente tanto de las
necesidades fundamentales para un ser humano, como las proclaman los
derechos de los niños: la vida digna, la
educación, la familia y la alimentación, entre otros tantos que hacen evidente
la valía humana y que hoy distan estos con la realidad que viven muchos de
nuestros pequeños.
¿Cuál es el
resultado de éste tipo de modelos que adolecen de una de las partes? La
respuesta está inmersa en la realidad social del mundo, que desde una lectura
detenida proporciona respuestas inmediatas y tal vez un poco cuestionantes.
Esta serie
que año a año llena la soledad de las mentes
de los niños colombianos, que al igual que el mismo protagonista, llenan
la propia soledad con algún “distractor” como el televisor o cualquier juego
tecnológico que los substraiga de la realidad temporal o definitiva de verse en
medio de mucho, pero en ausencia de todo, es decir, en ausencia de lo esencial.
Bien lo plantea Exupéry, cuando desde la
narrativa expone:2“Lo esencial es
invisible a los ojos”. Se puede afirmar, entonces que la soledad es una
enfermedad del siglo XXI, de la cual pocos se escapan, en tanto siga la
decadencia del sentido de la sana convivencia entre seres de la misma especie,
la “humana”.
_____________________________
Por otro
lado, esta serie es también un reflejo de la carencia afectiva que invade
silenciosamente al hombre. Sin encontrar razones que la justifiquen. He aquí
otro modo de hacer lectura sobre la soledad externa que deja huellas tan
imborrables en la personalidad del individuo, que de una forma u otra lo hacen
débil ante los avatares de la vida.
El
comisionado para la paz en Colombia, Luis Carlos Restrepo, plantea que al
interior de las relaciones interpersonales se evidencia el “analfabetismo
afectivo” como resultado de los vacíos emocionales que se generan en el hogar o
en la pareja . Porque paradójicamente, es en este escenario en donde más
heridas se le ocasionan a la personalidad del individuo y en donde se lesiona
la autoestima. Convirtiéndose cada una de estas figuras en sujetos maltratantes
que promueven la indigencia emocional,
es decir, seres solos que sólo les acompaña la tan nombrada, en este ensayo,
soledad.
De este modo
el individuo sigue buscando escapes a su realidad ineludible de sobrevivir, en
un mundo cargado de exigencias, que lo confrontan dia a dia. Algunos de estos
escapes a la soledad son las adicciones de cualquier tipo o en su extremo los
“ismos” como el alcoholismo, el fanatismo entre otros tantos que adormecen la
necesidad humana de sentirse amado en medio de quienes lo rodean, y que por
unos instantes, hagan olvidar, el sentir “la soledad de la soledad”, en medio
de miles de personas.
Desde la
psicología se concibe como una mirada hacia el silencio interior del propio yo,
que permite confrontar lo que se ha sido, lo que se es y lo que se puede llegar
a ser. La soledad también se puede manifestar como un deseo de encuentro
consigo mismo. De este modo, ella es una experiencia que enriquece al
individuo, en tanto esta permite fortalecer los procesos de crecimiento, que confrontan la realidad del individuo con la realidad del mundo.
Por lo tanto,
este es el tipo de soledad sana, si se puede llamar a sí. Aquella que se busca
voluntariamente, aquella que desea el silencio apartado del ruido estridente para
encontrar respuestas que nutran la paz interior de si mismo. Esta clase de
soledad es la que necesita el hombre, ésta que
permite reencontrarse consigo mismo para tener la mirada puesta en el
sol, pero con los pies puestos sobre la tierra.
Entre los ejemplos de texto argumentativos podríamos considerar este texto que habla sobre el aborto, no desde un punto de vista médico sino ético.
Permite hacer un buen ejercicio de análisis con este tipo de textos.
Permite hacer un buen ejercicio de análisis con este tipo de textos.
LA IGLESIA Y EL ABORTO
La
Iglesia cristiana, en sus comiencos, se caracterizó por una clara afirmación
del valor de la vida no-nacida, en un mundo en que el aborto era una práctica
frecuente. Uno de los primeros pensadores cristianos que se opuso al aborto fue
Atenágoras (s. II). En su conocida Apología o Defensa de los cristianos
respondía a la acusación existente entre los paganos de que aquellos
sacrificaban un niño en sus celebraciones eucarísticas. Atenágoras arguye
contra de esa acusación que cómo iban a sacrificar un niño inocente aquellos
que consideraban sagrada la vida aun antes del nacimiento.
Esta
defensa de la vida no-nacida, afirmada por Atenágoras, era coherente con una
actitud global que consideraba inaceptable el recurso a la violencla contra
todo ser humano. La Iglesia preconstantiniana no sólo condenaba el aborto, sino
que tenía actitudes muy críticas sobre la pena de muerte, la participación en
el ejército y la misma defensa propia. Las afirmaciones de Jesús sobre la
dignidad de todo ser humano, sobre el amor al enemigo y de no responder a la
violencia con la misma violencia, de que no se vence el mal con el mal, sino
con el bien… tuvieron un eco muy importante en las actitudes eclesiales ante la
violencia física y el respeto debido a todo ser humano.
Hoy
existe una creciente conciencia en amplios sectores de la Iglesia de que se
hace necesaria una actitud general de coherencia en el respeto a toda vida
humana. Desde nuestro punto de vista, la actitud de respeto a la vida no-nacida
debe extenderse a otros problemas en que la vida humana está cuestionada. Uno
de ellos es el de la pena de muerte; la condición de «no-inocente» del
delincuente no le priva de su intrínseca dignidad humana. El don de la vida no
debe ser relativizado por el hecho de que se trate de una persona culpable.
En
esa búsqueda general de coherencia es extraordinariamente importante crear
cauces de ayuda a las mujeres que viven su embarazo con dificultad. La
institución eclesial, como otros movimientos que defienden la vida no-nacida,
no pueden limitarse a declaraciones de principio y acciones legales. Tienen,
además, el cometido de organizar sistemas de ayuda para poder evitar el aborto.
Existen indiscutiblemente algunas realizaciones, pero habría que desarrollarlas
y potenciarlas mucho más. Por otra parte, no se pueden eludir las
responsabilidades sociales: detrás del problema del aborto hay injustas
discriminaciones de la mujer -especialmente de la madre soltera- y situaciones
de pobreza y de marginación que llevan a la mujer al aborto. Además hay que
añadir que no sólo se aborta cuando se impide el nacimiento de un niño; también
hay que hablar de otra forma de aborto: cuando el proceso de personalización de
un ser ya nacido tropieza con dramáticas dificultades en su desarrollo, como
consecuencia de la pobreza y del subdesarrollo.
El
que afirma el valor de la vida no nacida, pero que posee ya un «destino humano»
debe ser muy sensible también al valor de otras vidas ya nacidas y cuyo destino
humano está también amenazado. Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz,
1980) decía: «Quien justifica el aborto, justifica la pena de muerte, y yo
estoy contra la pena de muerte y contra el aborto. Ser progresista significa
defender la vida y nada más». Esta es también mi postura personal, insistiendo
en que «defender la vida y nada más» significa una profunda remodelación y
cuestionamiento de nuestras opciones y convicciones éticas.
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