miércoles, 26 de septiembre de 2012

LOS GÉNEROS POÉTICOS: (I) GÉNERO BUCÓLICO O PASTORIL



Los géneros poéticos son los grupos en los que se clasifican las obras en verso atendiendo a unos rasgos similares o a unas características homogéneas.

La poesía se divide en los siguientes géneros:

-Bucólico o pastoril
-Didáctico o doctrinal
-Dramático
-Épico-Lírico


GÉNERO BUCÓLICO O PASTORIL

La poesía bucólica o pastoril exalta la vida del campo, las costumbres de los pastores, sus contiendas, sus amorosas inquietudes, sus inocentes placeres, la paz y seguridad que disfrutan cuidando sus ganados, lejos de la ambición y vicios de las ciudades.

Pertenecen a esta poesía los subgéneros siguientes:


1) ANACREÓNTICA

Enaltece los placeres que el campo prodiga, como el amor, la comida y el vino.
Esteban Manuel de Villegas empleó la estrofa sáfica, como así también el romancillo heptasílabo asonante, como por ejemplo en su poema “De la lira”.
José Cadalso utilizó el romancillo heptasílabo asonante, pero también recreó los temas y la métrica característicos de la anacreóntica en el poema “A Venus”.
Otros poetas que incursionaron en esta composición fueron Juan Meléndez Valdés y José Iglesias de la Casa, entre otros.


De la lira
Quiero cantar de Cadmo,
quiero cantar de Atridas:
mas ¡ay! que de amor solo
sólo canta mi lira.

Renuevo el instrumento,
las cuerdas mudo aprisa;
pero si yo de Alcides,
ella de amor suspira.

Pues, héroes valientes,
quedaos desde este día,
porque ya de amor solo
sólo canta mi lira.



A Venus

Madre divina del alado niño,
oye mis ruegos, que jamás oíste
otra tan triste lastimosa pena
como la mía.

Baje tu carro desde el alto Olimpo
entre las nubes del sereno cielo,
rápido vuelo traiga tu querida
blanca paloma.

No te detenga con amantes brazos
Marte, que deja su rigor al verte,
ni el que por muerte se llamó tu esposo
sin merecerlo.

Ni las delicias de las sacras mesas,
cuando a los dioses llenos de ambrosía,
alegre brinda Jove con la copa
de Ganimedes.

Ya el eco suena por los altos techos
del noble alcázar, cuyo piso huellas,
lleno de estrellas, de luceros lleno
y tachonado.

Cerca del ara de tu templo, en Pafos,
entre los himnos que tu pueblo dice,
este infelice tu venida aguarda:
baja volando.



2) ÉGLOGA
Poema generalmente dialogado entre pastores, de asunto predominantemente amoroso.
Estancias, octavas o tercetos son sus estrofas más empleadas.
Las más conocidas y, quizás, de mayor calidad, son las tres Églogas del príncipe de la bucólica hispana, Garcilaso de la Vega.
Entre sus tipologías hay églogas que exaltan los placeres de la caza (venatorias) o están relacionadas con el mar o los placeres de la pesca (piscatorias).



Égloga venatoria
Fernando de Herrera

De aljaba y arco tú, Diana armada,
que por el monte umbroso y extendido
fatigas a las fieras presurosa,
huye del alto Ladmo desdichada,
donde tu cazador duerme escondido;
que ya otra cazadora más hermosa
persigue impetuösa
al jabalí espumoso y enojado;
que ya otra más hermosa cazadora
al ciervo sigue ahora.
Si Endimión la viere, tu cuidado,
venciendo de la fiera la braveza,
te dejará por ella con tristeza.

A Endimión no dejes tú Diana,
queda con él, no siga al amor mío,
tu amor, Endimión esté contigo,
en la callada noche, en la mañana,
al Sol ardiente, al importuno frío
mi dulce cazadora esté conmigo.
Este bosque es testigo,
cuántas veces la llamo y busco en vano,
la Aurora me oye sola sin su amante,
y se ofrece delante,
cuando espera las fieras en lo llano,
suspira ella su amor, yo lloro el mío,
si al monte mira, yo a mi valle y río.

Hermosa cazadora, que has llevado
del frío bosque mi herido pecho
con el cabello de oro suelto al viento,
y de flores y rosas coronado;
¿Eres Napea de este valle estrecho,
que alcanza con ligero movimiento
al jabalí sediento,
y del ciervo la planta voladora?
que tu paso, y tu voz, y tu belleza
más que mortal grandeza
descubre a tu Menalio, que te adora.
Tal va Cintia con traje soberano,
y enciende en fuego al amador Silvano.
………………………………..


Felicio (Égloga piscatoria)Lope de Vega a la muerte de su hijo ahogado en el Caribe

¡Oh, perezosa muerte,
contraria del estilo sucesivo
de la naturaleza
pues para más rigor de tu fiereza
lo que debe morir, perdonas vivo,
pues muere quien tan tierna vivía
y vivo yo cuando morir debía!
…………………………………




3) IDILIO

Esta composición resalta la vida sencilla y pastoril y sin complicaciones del campo. Es una poesía descriptiva y, aunque es semejante a la égloga, es de menor extensión y amplitud que ella.
Poetas que lo prodigaron fueron, entre otros, Fernando de Herrera, Pedro Espinosa, Juan Meléndez Valdés, José Iglesias de la Casa y Leandro Fernández de Moratín, poeta este último de quien puede leerse su poema intitulado “La ausencia”:


Este es Guadiela, cuyas ondas puras
van a crecer del Tajo la corriente;
esta la selva deliciosa, donde
gozan las Horas del ardor estivo
las bellas hamadríades, formando
ligeras danzas y festivos coros.
Inarco, ¡ay, infeliz! ¿así la cumbre
vuelves a ver de aquel nuboso monte?
¿Así a pisar esta ribera vuelves?

Prófugo, triste, en mi destino incierto,
dejé mi choza y mis alegres campos
y los muros de Mantua generosa,
y al bienhadado Coridon y Aminta,
y al constante en amor Alfesibeo;
todo lo abandoné. Por ignorada
senda me aparto, con errante huella,
y atrás volviendo alguna vez los ojos:
Adiós mi patria, sollozando dije,
Adiós praderas verdes, donde oculto
entre juncos y débiles cañelgas,
Manzanares humilde se adormece
sobre las urnas de oro. Adiós, y acaso
para nunca volver. A la espesura
de incultos bosques y profundo valle
la planta muevo apresuradamente,
bien como el ciervo, al conocerse herido
de enherbolado arpón, las cumbres altas
sube, desciende de la sierra al llano
y los anchos arroyos atraviesa,
en vano, ¡ay, triste! en vano, que el agudo
hierro, teñido en la caliente sangre,
cerca del corazón lleva pendiente.
…………………………………

EPIGRAMA

El epigrama, del griego antiguo ἐπί-γραφὼ (literalmente, "sobre-escribir", o "escribir encima"), es una composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal festivo o satírico de forma ingeniosa. Se pueden rastrear las raíces del género hasta muy atrás, en la lírica arcaica (no por nada Meleagro incluye en su Corona a Arquíloco o a Simónides), aunque es más propio hablar del epigrama como un género netamente helenístico, pues caracteriza, tanto por su contenido, como por su extensión y forma a tal época. Los epigramas helenísticos constituyen un verdadero crisol de aquellas sociedades, vemos desfilar a heteras, navegantes, carpinteros, tejedoras con su vida simple y ardua, también al amor heterosexual y lésbico, las fiestas, la religiosidad, el cortejo, la sexualidad, la inocencia, las artes plásticas, la crítica literaria, hasta las mascotas; todo esto, pasado por el filtro de erudición y cultura (pues portadores de tales eran los poetas). En resumen, producen testimonios diversos, bellos y muy vívidos de las principales preocupaciones del hombre helenístico.


El epigrama se creó en la Grecia clásica y, como su nombre indica en griego, era una inscripción que se ponía sobre un objeto, que podía ser un exvoto, un regalo, una estatua o una tumba; los epigramas sobre las tumbas formaron clase aparte y se denominaron epitafios o epicedios, por lo que el vocablo pasó a designar el poema ingenioso que poseía la calidad de ser breve para poder pasar por rótulo o inscripción. La mayoría de los epigramas griegos puede encontrarse en la llamada Antología Palatina. Tras los griegos, destacaron en la composición de epigramas los romanos, singularmente Catulo y Marco Valerio Marcial.


En sus Poetices libri septem (Lyon, 1561), el humanista Giulio Cesare Scaligero define el epigrama como:

Poema breve cum simplici cuiuspiam rei, vel personae, vel factis indicatione; aut ex propositis aliquid deducens.

(III, 126)

Y establece para él dos características definitivas: «brevĭtas et argutĭa» (brevedad y argucia). En la literatura barroca española el epigrama fue muy utilizado al ser una forma apropiada para la exhibición cortesana del ingenio. El escritor conceptista barroco Baltasar Gracián, en su obra Agudeza y arte de ingenio (1648), realiza un estudio y antología de epigramas escritos en castellano y latín. También el jesuita Joseph Morell en Poesías selectas de varios autores latinos (Tarragona, 1684) hizo una excelente antología. Durante el siglo XVIII el género no decayó, como hubiera podido esperarse, sino que tomó una intención menos cortesana y más educativa y moral. Autores de la Ilustración como León de Arroyal compusieron libros de epigramas y lo definieron como:



Un juego artificioso de voces, con que suele encubrir un concepto las más veces popular, terminando un pensamiento, al parecer ordinario,con una agudeza picante, activa y espirituosa.

Por otra parte, y siempre según el prólogo de Arroyal a sus Epigramas (1784), la belleza del epigrama consistiría en dos virtudes fundamentales:

La una es un cierto retorno, ó juego de voces, que deleiten el oido; y la otra, que es la más principal, la brevedad, novedad, agudeza ó elevación del pensamiento, que sorprehenda gustosamente el ánimo.

Y, dentro del mismo siglo XVIII, Juan de Iriarte lo definió usando la misma forma del epigrama:



A la abeja semejante,

para que cause placer,

el epigrama ha de ser

pequeño, dulce y punzante.



Posteriormente, algunas formas literarias, como el artículo breve de prensa, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna o los membretes de Oliverio Girondo se aproximan al género epigramático, así como las inscripciones anónimas populares en muros o retretes denominadas grafitos o pintadas, que desde las ruinas de Pompeya hasta la actualidad resultan una fuente inestimable sobre la opinión popular de una época. Algunas de estas inscripciones son recogidas por Pío Baroja en su obra Vitrina pintoresca o Camilo José Cela en su San Camilo 1936. A veces, en la lírica del siglo XX puede adoptar un tono elegiaco (Jaime Gil de Biedma) o forma de versos de amor, como es el caso de Epigramas, del sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal. Federico Carlos Sainz de Robles compuso además una historia del epigrama español en El epigrama español del siglo I al siglo XX (Madrid, 1946).



En otras naciones el epigrama fue cultivado con extraordinario acierto. En Inglaterra, sobresalen John Donne, Jonathan Swift, Alexander Pope (creador en el siglo XVIII de una forma de pareado epigramático) y Óscar Wilde. En Francia destacan especialmente Voltaire y Nicolás Boileau. En Alemania, G. E. Lessing. El epigrama también se encuentra en literaturas no occidentales, como la china y japonesa; en esta última puede decirse que el epigrama se encuentra emparentado con la forma poética conocida como haikú. Puede aplicarse el término a cualquier aforismo o dicho más o menos sentencioso, e incluso hasta a cierto tipo de narración hiperbreve.


Ejemplos de epigrama

El señor don Juan de Robres,

con caridad sin igual,

hizo este santo hospital...

y también hizo los pobres.


Juan de Iriarte, siglo XVIII



DE VITA BEATA

En un viejo país ineficiente,

algo así como España entre dos guerras

civiles, en un pueblo junto al mar,

poseer una casa y poca hacienda

y memoria ninguna. No leer,

no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,

y vivir como un noble arruinado

entre las ruinas de mi inteligencia


                      Jaime Gil de Biedma, siglo XX



El Marqués y su mujer

El Marqués y su mujer

están contentos los dos;

ella se fue a ver a Dios

y a él le vino Dios a ver.

HEMISTIQUIOS


Se denomina hemistiquio a la mitad o fragmento de un verso que se mide en métrica como si fuese un verso entero y va separada de la otra mitad por una pausa en la entonación o cesura.


En la métrica castellana poseen hemistiquios los versos de más de once sílabas, como el dodecasílabo (dividido por una cesura en dos hemistiquios de seis sílabas), el alejandrino (en dos hemistiquios de siete sílabas), etc. Los versos muy extensos pueden tener incluso tres o más cesuras.

  EJEMPLO

 Ha muchos años - que busco el yermo,

ha muchos años - que vivo triste,

ha muchos años - que estoy enfermo,

¡y por un libro - que tú escribiste!

                            Amado Nervo


HEMISTIQUIO:
                     
 Etimológicamente, hemistiquio significa mitad de verso, aunque esto no sea totalmente cierto, porque puede dividir el verso en dos partes no iguales, o dividirlo en tres o más partes. Aunque por lo general los hemistiquios tienen igual número de sílabas (isostiquios), se da al vocablo hemistiquio, la acepción general de cualquier división en un verso. En cualquier caso llamamos hemistiquio a cada una de las partes en que se divide un verso compuesto. Los hemistiquios están separados por una pausa. Funcionan como versos autónomos y siguen las reglas del verso (acento en la penúltima sílaba del hemistiquio) Impiden la sinalefa acentúan siempre la penúltima sílaba del hemistiquio y hacen equivalentes los acentos finales.
 
La noche en la montaña // mira con ojos viudos
de cierva sin amparo // que vela ante su cría;
y como si asumiera // un don de profecía,
en un sueño inspirado // hablan los campos rudos.
 
Rayan el panorama, // como espectros agudos,
tres álamos en éxtasis...// Un gallo desvaría,
reloj de media noche. // La grave luna amplía
las cosas, que se llenan // de encantamientos mudos.
( La noche. Los dos primeros cuartetos del soneto)
                        Julio Herrera y Reissig ( 1875-1910)
 
Soneto en alejandrinos, versos tetradecasílabos divididos por dos hemistiquios iguales (isostiquios).
En el tercer verso del primer cuarteto, por ejemplo y hay algún otro, no hace sinalefa entre / ra-un/porque pertenecen dos hemistiquios diferentes. En el segundo verso del segundo cuarteto /éxtasis/ como es proparoxítona, cuenta una sílaba menos en el primer hemistiquio, que tiene ocho gramaticales y siete métricas.
                                      
                            
                                       El metro de doce // son cuatro donceles,
                                       donceles latinos //de rítmica tropa;
                                       son cuatro hijosdalgo // con cuatro corceles,
                                       el metro de doce // galopa, galopa.
                                                                 Amado Nervo. ( 1870-1919)
 
                                       Dodecasílabos simétricos formado por dos hexasílabos.
 
Y bajo un boscaje // del amor palestra,
sobre el rico zócalo // al modo de Jonia,
con un candelabro // prendido en la diestra
volaba el Mercurio // de Juan de Bolonia.
( Era un aire suave)
                        Rubén Darío ( 1867-1919)
 
Se trata de otros dodecasílabos simétricos. En el segundo verso no hay sinalefa entre / lo-al / y / zócalo / que es proparoxítona resta una sílaba en el cómputo del primer hemistiquio.                           
 
                           Soñé en un verso // vibrante y prócer // calmo y sonoro,
      diáfano y vasto // como los mares //que agita el viento.                                              ........................................................................................
                                                                González Martínez. ( 1871-1952)
 
                                       Pues nos encontramos con un pentadecasílabo dividido por hemistiquios en tres pentasílabos.
 
Clases de Hemistiquios:
 
                        Isostiquio: pues cada uno de los dos hemistiquios iguales, se entiende de igual numero de sílabas.
 
                                      Lanzóse el fiero bruto// con ímpetu salvaje,
                                       ganando a saltos locos // la tierra desigual.
                                       salvando de los brezos // el áspero ramaje,
                                       a riesgo de la vida// de su jinete real.
                                       .....................................................................
                                                     La carrera de Al-hamar. José Zorrilla. ( 1817-1893)
 
La princesa está triste...// ¿ qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan // de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, // que ha perdido el color.
La princesa está pálida// en su silla de oro,
está mudo el teclado // de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada // se desmaya una flor.
(Sonatina)
                        Rubén Darío ( 1867-1919)
 
                                       Cada verso se divide en dos isostiquios heptasílabos. Todos los dodecasílabos simétricos y los tetradecasílabos alejandrinos están formados por isostiquios.
 
                        Heterostiquio: cuando los hemistiquios no tienen el mismo numero de sílabas.
 
                                       Ven, que yo sé la pena // de tu alegría
                                       y el rezo de amargura // que hay en tu boca.
                                                                 Manuel Machado. ( 1874-1947)
                                      
                                       Dodecasílabos asimétricos 7+5 o de seguidilla. Estructurados en dos heterostiquios, el primero heptasílabo y el segundo pentasílabo.
 
                        Puristiquios: es como Rafael de Balbín llama a los versos divididos en varios hemistiquios, por lo general más de dos y da el siguiente ejemplo:
 
                        Era este noble mozo / de alto pecho,
                        varón de autoridad, / grave y / severo,
                        amigo de guardar todo derecho,
                        áspero y / riguroso justiciero;
                        de cuerpo grande y / relevado pecho,
                        hábil, / diestro, / fortísimo, / ligero,
                        sabio, / astuto,/ sagaz,/ determinado,
y en caso de repente / reportado.
                                   Alonso de Ercilla. ( 1533-1594)
 
En realidad no se trata tanto de hemistiquios, como cesuras- pausas vérsales internas, que no afectan el cómputo silábico del verso.
 
Otros tipos:
 
                        Braquistiquio: En general se considera que es una parte del verso delimitada por pausas y que no comprende más de cinco sílabas métricas. Otros, A. Quilis entre ellos, dice que no tiene nunca más de cuatro sílabas métricas.
                        En cualquier caso, se trata de la estructuración pausal más breve del verso español. Se trata de un recurso del poeta para cargar el acento en una frase, o palabra, enfatizarla del resto del verso. Al darse un grupo fónico muy corto, entre dos cesuras, el tono del braquistiquio es más alto que el del resto del verso. Naturalmente el braquistiquio se puede dar al principio y al final del verso.
 
                                       Anoche, cuando dormía,
                                       soñé, ¡ bendita ilusión!,
                                       que una fontana fluía
                                       dentro de mi corazón.
                                       ....................................
                                                       Antonio Machado. ( 1875-1939)   
 
                                       Soñé, esta enmarcado en una pausa versal y una pausa interna.
 
                                           ........................................................................
                                     -    ¿ Sufrir y nada más? No, señor cura,
            ¡ que me voy a morir!
-         ¿ Morir ? ¿ Sabéis que es ofender al cielo?...
-         Pues sí señor; ¡ morir!
-         Yo no pongo morir.-¿ Qué hombre de hielo?
                  ¡Quién supiera escribir!     
.......................................................................................
                                                    “ ¡Quién supiera escribir! “ Ramón de Campoamor. ( 1817-1901)
 
                                       Pues lo mismo con morir, las dos veces. Al principio y al final de verso.
 
                        Como ya se ha dicho, por lo general, el tono del braquistiquio es más alto que el del resto del verso, produciendo una enfatización sobre una palabra ( en casos excepcionales dos, debido a las pocas sílabas que lo componen), con lo que el autor puede resaltar un concepto o darle mayor fuerza a una parte del verso.
                        El braquistiquio puede producirse dentro de un encabalgamiento, entonces siempre nos encontramos con un encabalgamiento abrupto, pero es muy raro, en general se produce independientemente.
 
                         Dolicostiquio: Es la parte del verso delimitada por pausas y que comprende mas de cinco sílabas métricas.
 
                                   Aquí se me figura que ha llegado
                                   de su lamento el son, que con su fuerza
                                   rompe el aire vecino y apartado.
                                                           Garcilaso de la Vega.( 1501?-1536)
 
                        En estos versos hay tres dolicostiquios: hasta figura, siete sílabas; en el segundo hasta son, seis sílabas; en el tercero hasta vecino, siete sílabas. ( Rafael Balbín y Domínguez Caparrós)
 
                         Protostiquio: se trata de un grupo de menos de cinco sílabas, situadas a principio de verso, y que forman hemistiquio.
 
                                    De estas y otras virtudes matizadas
                                    tus alas, que volaban por el día,
                                    las esferas del sol iluminadas.
                                                           Lope de Vega.( 1562-1635)
 
                        Tus alas, que están separadas del resto del verso por una pausa de sentido, forman un protostiquio. Es muy frecuente para enfatizar los principios de verso, y también de oración contenida en una estrofa o en un verso.
                        Tiene dos variantes:
 
                        Protostiquio duro: cuando no hay, tras la pausa de sentido, o de lo que sea que delimita el protostiquio, ninguna otra pausa hasta llegar a la versal.
 
                                   Hablando el cazador la caza espanta,
                                   y el gato, cuando chillan los ratones,
                                   las uñas de las garras adelanta.
                                                           Lope de Vega. (1562-1635)
 
                        El protostiquio acaba en gato, y no hay otra pausa hasta la versal. Se mantiene el énfasis.
 
                        Protostiquio suave: pues cuando hay otro descanso antes de la pausa versal.
 
                                   No a vos, mi justo amor, porque en tributo
                                   debido al mar de vuestro ingenio inmenso,
                                   presto veréis, si es esto flor, el fruto.
                                                           Lope de Vega. (1562-1635)
 
                        Hay protostiquio suave en el primer verso, No a vos, porque después hay otra pausa de sentido después de amor. Y lo mismo ocurre en el tercero, presto veréis, con otra pausa de sentido después de flor. Con ello, el énfasis queda mitigado. O se supone. ( Rafael Balbín y Domínguez Caparrós)
 
                        Lance: este es muy especializado. Se trata del hemistiquio del endecasílabo a maiori que precede o sigue a la sexta sílaba. ( Domínguez Caparrós)
 
                                   Matemática oí: que ya importuno
                                   se me mostraba con la flor ardiente
                                   cualquier trabajo, y no admití ninguno.
                                                                        Lope de Vega. ( 1562-1635)
 
                        En el primer verso, el hemistiquio “que ya importuno”, sigue a la sexta sílaba. Cuidado que se trata de un primer hemistiquio agudo. Es un tipo de hemistiquio tan raro, que además de darle muchas vueltas para imaginarlo, casi nadie habla de él. Y es que es mucho suponer que el endecasílabo a maiori tenga hemistiquios.
 
    Cosas misteriosas, // trágicas, raras,
                                       de cuentos oscuros,// de los antaños
                                                               Rubén Darío. ( 1867-1916)
 
                                       Un endecasílabo formado por dos hemistiquios de seis y cinco sílabas ( hexasílabo y pentasílabo) Este caso, que hemos incluido con muchas dudas, es discutible. Y si nos hemos decidido a incluirlo es para establecer una comparación. Los endecasílabos no son versos compuestos, los versos compuestos comienzan en la dodecasílabos, aunque también es cierto que algunos versos de menos de doce sílabas pueden ser compuestos, es notable la tendencia del decasílabo a presentarse como compuesto. En estos versos que presentamos de Darío no se produce de hecho una pausa versal simplemente hay una disposición de cesuras fuertes tras la sexta sílaba, a veces tras la quinta, cosa por otra parte común a varios tipos de endecasílabos que establecen precisamente la pausa después del sexto verso. El hecho que los versos queden divididos en dos grupos de seis y cinco sílabas, no los convierte en versos compuestos ni sus grupos en hemistiquios.
 
NOTA: tanto el dolicostiquio, como el protostiquio y el lance los hemos incluido porque a veces salen en los manuales de métrica y siempre es bueno conocer todo lo referente a la misma, y, también, por la maestría de los autores citados, pero quisiera hacer alguna aclaración. En realidad no se trata de hemistiquios en el sentido que le damos al término. He usado el término de hemistiquioisostiquoheterostiquio sólo en referencia a los versos compuestos. Por lo tanto, en los demás tipos se trata de cesuras dentro de versos simples, que pueden ser más o menos intensas, pero no actúan como versos independientes, ni impiden la sinalefa ni hacen equivalentes los acentos finales. Se trata de descansos en versos simples. Y en cuanto al uso del vocablo pausa en estos tres casos, lo he hecho siguiendo a los autores citados, pero en realidad se trata de cesuras. Hemos reservado el término pausa, para las que se producen a final de verso y a final de hemistiquio y sí impiden la sinalefa y sí hacen equivalentes los acentos finales.
 
CONSIDERACIONES FINALES.
 
También hemos repetido que los hemistiquios actúan en todo como versos independientes. Y es métricamente cierto. Pero no hay que olvidar que forman parte de una secuencia de dos hemistiquios, o más, y que el conjunto de ellos forma una unidad versal. Rafael Balbín dice al respecto " La semejanza entre los caracteres rítmicos de la cesura y los que presenta en castellano la pausa versal, pudiera hacer pensar en la total identidad entre isostiquio y verso, incompatibles ambos con la sinalefa y favorables a la equivalencia distensiva; pero a pesar de esta coincidencia, el primer hemistiquio de un grupo melódico escandido por cesura, guarda siempre en la estrofa española una perceptible subordinación rítmica respecto al segundo hemistiquio de cada verso... " (Leer pausa donde dice cesura)
 
Y naturalmente, como también indica Rafael de Balbín, la pausa versal es siempre de mayor duración que la pausa entre hemistiquios, lo que marca parte del efector rítmico.
 
José Víctor Llatse.

METRICA EN POEMAS


MÉTRICA EN EL VERSO
http://lenguayliteratura.org/ltr/index.php?option=com_content&view=category&id=145&Itemid=100006

lunes, 24 de septiembre de 2012

EL RUISEÑOR Y LA ROSA


Oscar Wilde
Dublín, 1854 – París, 1900



-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una sola rosa roja en todo mi jardín.
   Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.
   -¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.
   Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.
   -¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.
   -He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.
   -El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.
   -He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.
   -Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.
   Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.
   -¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.
   -Sí, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.
   -Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.
   -Llora por una rosa roja.
   -¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!
   Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.
   Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.
   De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.
   Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.
   En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.
   -Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.
   Pero el rosal meneó la cabeza.
   -Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.
   Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.
   -Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.
   Pero el rosal meneó la cabeza.
   -Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres.
   Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.
   -Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces.
   Pero el arbusto meneó la cabeza.
   -Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año.
   -No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?
   -Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.
   -Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.
   -Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.
   -La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?
   Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.
   El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.
   -Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.
   El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.
   Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.
   -Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!
Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.
   Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.
   “El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¡Qué lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!”.
   Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.
Al poco rato se quedo dormido.
   Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.
   Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.
   Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.
   Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.
   Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.
   La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.
   Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.
   -Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.
   Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen.
   Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.
   Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.
   Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.
   -Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.
    Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor.
   Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.
   Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.
   Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.
   Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.
   Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.
   La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.
   El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.
   El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.
   -Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.
   Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.
   A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.
   -¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado.
   E inclinándose, la cogió.
   Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa.
   La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies.
   -Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.
   Pero la joven frunció las cejas.
   -Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.
   -¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera.
   Y tiró la rosa al arroyo.
   Un pesado carro la aplastó.
    -¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán.
   Y levantándose de su silla, se metió en su casa.
   “¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica.”
   Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.