martes, 18 de septiembre de 2012

GÉNERO LÍRICO


LA ODA

La estructura es muy libre, pero siempre es un poema lírico con muchas estrofas que ensalza las cualidades del objeto o sujeto al que están dedicadas. Las Odas de Pablo Neruda al Diccionario, a la cebolla o al cobre, recogidas en su poemario Odas elementales son unas de las más conocidas y leídas en la actualidad.



Odas Elementales PABLO NERUDA


ODA AL TIEMPO

DENTRO de ti tu edad
creciendo,
dentro de mí mi edad
andando.
El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo rio,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.
Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.
Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.
Cada dia
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue una rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.
Mis ojos se han gastado en tu hermosura,
pero tú eres mis ojos.
Yo fatigué tal vez bajo mis besos
tu pecho duplicado,
pero todos han visto en mi alegría
tu resplandor secreto.
Amor, qué importa
que el tiempo,
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.

La oda.
Consta de unos 80 a 100 versos. Los vencedores pagaban una oda para alabar el logro que ha conseguido. El centro de una oda es un mito o varios que pueden estar referidos a la ciudad y al vencedor. Si no existiese ninguno se cuenta el hecho de su victoria o la historia de un antepasado. En la oda se alaban las virtudes del atleta, también se alaba a la ciudad y a la patria. Los personajes secundarios también son mencionados como los aurigas, entrenadores, etc. El poeta se muestra en la oda como un sabio que domina la técnica poética al igual que el atleta su prueba. La oda no sigue una estructura rectilínea como ocurre en Homero sino que utiliza el recurso de “in media res” (en mitad de la cosa), es decir, inicia la narración en mitad y luego va al principio. El lenguaje que utiliza Píndaro en bello como es el épico o dórico. Utiliza algunos recursos para enaltecer la victoria del atleta como la metáfora y el símil y también utiliza muchas veces los epítetos. Utiliza este lenguaje para contar acciones bellas de los dioses y no criticarlas ni osar compararse con ellos.

ELEGIA
Una elegía es una composición poética que pertenece al género lírico y que, en el idioma español, suele escribirse en verso libre o en tercetos. Este subgénero está asociado al lamento por la muerte de un ser querido o a cualquier acontecimiento que provoca dolor y tristeza. Los poetas griegos y latinos, sin embargo, también trataban temas placenteros en sus elegías.
Más allá del dolor ante la muerte, las elegías retratan toda clase de pérdidas. Existen elegías consagradas a la pérdida de la ilusión y al paso del tiempo, entre otros temas que, de una forma u otra, provocan nostalgia, angustia, congoja o abatimiento en el autor.
Entre los principales autores griegos de elegías, se encuentran Solón(uno de los llamados siete sabios de Grecia), Teognis (defensor del concepto de carpe diem), Mimnermo (quien solía lamentarse por la brevedad de la vida y los problemas asociados a la vejez), Calino ySemónides de Amorgos.

Los poetas latinos más famosos que se dedicaron al desarrollo de elegías sonPropercio (autor reconocido por su visión trágica del amor), Tibulo y Ovidio.
Cabe destacar que se conoce como dístico elegiaco a una estrofa de dos versos, un hexámetro y un pentámetro que fue muy habitual en la métrica grecolatina. Dicho estilo nunca pudo ser imitado con éxito por los poetas de habla castellana, ya que la longitud de las sílabas de nuestro idioma no permite dichos parámetros. Los autores, en cambio, han basado la adaptación del dístico elegiaco en los hemistiquios y el ritmo acentual.


Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. 
Al primer muerto nunca lo olvidamos, 
aunque muera de rayo, tan aprisa 
que no alcance la cama ni los óleos. 
Oigo el bastón que duda en un peldaño, 
el cuerpo que se afianza en un suspiro, 
la puerta que se abre, el muerto que entra. 
De una puerta a morir hay poco espacio 
y apenas queda tiempo de sentarse, 
alzar la cara, ver la hora 
y enterarse: las ocho y cuarto. 

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. 
La que murió noche tras noche 
y era una larga despedida, 
un tren que nunca parte, su agonía. 
Codicia de la boca 
al hilo de un suspiro suspendida, 
ojos que no se cierran y hacen señas 
y vagan de la lámpara a mis ojos, 
fija mirada que se abraza a otra, 
ajena, que se asfixia en el abrazo 
y al fin se escapa y ve desde la orilla 
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma 
y no encuentra unos ojos a que asirse... 
¿Y me invitó a morir esa mirada? 
Quizá morimos sólo porque nadie 
quiere morirse con nosotros, nadie 
quiere mirarnos a los ojos. 

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. 
Al que se fue por unas horas 
y nadie sabe en qué silencio entró. 
De sobremesa, cada noche, 
la pausa sin color que da al vacío 
o la frase sin fin que cuelga a medias 
del hilo de la araña del silencio 
abren un corredor para el que vuelve: 
suenan sus pasos, sube, se detiene... 
Y alguien entre nosotros se levanta 
y cierra bien la puerta. 
Pero él, allá del otro lado, insiste. 
Acecha en cada hueco, en los repliegues, 
vaga entre los bostezos, las afueras. 
Aunque cerremos puertas, él insiste. 

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. 
Rostros perdidos en mi frente, rostros 
sin ojos, ojos fijos, vaciados, 
¿busco en ellos acaso mi secreto, 
el dios de sangre que mi sangre mueve, 
el dios de yelo, el dios que me devora? 
Su silencio es espejo de mi vida, 
en mi vida su muerte se prolonga: 
soy el error final de sus errores. 

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. 
El pensamiento disipado, el acto 
disipado, los nombres esparcidos 
(lagunas, zonas nulas, hoyos 
que escarba terca la memoria), 
la dispersión de los encuentros, 
el yo, su guiño abstracto, compartido 
siempre por otro (el mismo) yo, las iras, 
el deseo y sus máscaras, la víbora 
enterrada, las lentas erosiones, 
la espera, el miedo, el acto 
y su reverso: en mí se obstinan, 
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo, 
beber el agua que les fue negada. 
Pero no hay agua ya, todo está seco, 
no sabe el pan, la fruta amarga, 
amor domesticado, masticado, 
en jaulas de barrotes invisibles 
mono onanista y perra amaestrada, 
lo que devoras te devora, 
tu víctima también es tu verdugo. 
Montón de días muertos, arrugados 
periódicos, y noches descorchadas 
y amaneceres, corbata, nudo corredizo: 
"saluda al sol, araña, no seas rencorosa..." 

Es un desierto circular el mundo, 
el cielo está cerrado y el infierno vacío.


EL MADRIGAL
El madrigal es la composición lírica breve, especialmente intensa, delicada y de tema amoroso, que utiliza una combinación libre de versos endecasílabos y heptasílabos rimados en consonante. Se presta muy bien a ser cantada y fue especialmente cultivada en el Renacimiento.
El nombre y la forma son de origen italiano. Y en Italia alcanzó su mayor esplendor, no sólo literario, con poemas de Dante, Petrarca, Tasso, Guarini, etc., sino que también tuvo un extraordinario auge musical, pues numerosos compositores pusieron música a estos textos literarios. Entre los, más destacados Claudio Monteverdi, Carlo Gesualdo y Luca Marenzio (1553-1599), a quien sus contemporáneos calificaron de Divino.

Ejemplo de Madrigal

(autor: Gutierre de Cetina)
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!,
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos...

Análisis de "Madrigal" de Amado Nervo


Por/ tus/ o/jos/ ver/des/ yo/ me/ per/de/rí/a,/ 
= 12 sílabas

si/re/na/ de a/que/llas/ que U/li/ses,/ sa/gaz,/ 
= 12 sílabas (11 + 1)

a/ma/ba y/ te/mí/a./ 
= 6 sílabas

Por/ tus/ o/jos/ ver/des/ yo/ me/ per/de/rí/a./ 
= 12 sílabas


Por/ tus/ o/jos/ ver/des/ en/ lo/ que,/ fu/gaz,/ 
= 12 sílabas (11 + 1)

bri/llar/ sue/le, a/ ve/ces,/ la/ me/lan/co/lí/a;/ 
= 12 sílabas

por/ tus/ o/jos/ ver/des/ tan/ lle/nos/ de/ paz,/ 
= 12 sílabas (11 + 1)

mis/te/rio/sos/ co/mo/ la es/pe/ran/za/ mí/a;/ 
= 12 sílabas

por/ tus/ o/jos/ ver/des,/ con/ju/ro e/fi/caz,/ 
= 12 sílabas (11 + 1)

yo/ me/ sal/va/rí/a./
= 6 sílabas
El epitalamio es una poesía lírica, subgénero lírico griego imitado después por los romanos, consistente en un canto de boda. El nombre epitalamio es griego, compuesto sobre y lecho nupcial. Se cantaba regularmente a la puerta de la habitación de los novios por coros de jóvenes y doncellas acompañados de flautas o de otros instrumentos suaves y armoniosos.

Historia

El origen de los epitalamios o cantos nupciales es de la mayor antigüedad. En tiempo de David estaba ya en uso entre los hebreos. Otros quieren atribuir su invención a Stesichore que florecía en la olimpíada 42. Pero en aquella época Hesiodo había ya compuesto muchos, entre otros el que fue cantado en las bodas de Tétis y Peleo.
Entre los griegos el epitalamio no fue más en un principio o en los tiempos heroicos que unas sencilla aclamación de Hymen o Hymenée cuya palabra pasó a ser después no más que un accesorio del epitalamio la cual se intercalaba en el poema y con ella expresaban los coros o circunstantes de ciertos en ciertos períodos o pasajes los aplausos y votos que hacían a favor de los desposados.1 Compusieron epitalamios los griegos Safo y Calímaco y el romano Catulo.

Epitalamio latino

El epitalamio latino tuvo un origen muy poco diferente del griego. Consistía primero entre los romanos en la aclamación de la palabra Thalassius o Thalassus, que era el Dios de las bodas o quizá solamente una sencilla expresión de alegría consagrada a la solemnidad de esta clase de fiestas y que significaba lo mismo que Hymen o Hymenée entre los griegos.
Los versos que se cantaron luengo con este motivo fueron los fesceninos, poesías llenas de groserías y obscenidades, los cuales estuvieron en uso hasta el tiempo de Cátulo. Este poeta fue el primero de los latinos que tomando por modelo a Safo, sustituyó a la voz Talassius la de Hymenée de los griegos y llevó los epitalamios al adelanto y perfección que vemos en sus obras.
Los epitalamios no están tan en uso entre nosotros como entre los pueblos antiguos, en especial los orientales. Actualmente es usado para resaltar la solemnidad de un acto cualquiera como bodas, entierros, misas, entre otros cultos.1
Tras la Edad Media, el género fue reabsorbido con otros de inspiración clásica por el Renacimiento.

RECUERDAS cuando
en invierno
llegamos a la isla?
El mar hacia nosotros levantaba
una copa de frío.
En las paredes las enredaderas
susurraban dejando
caer hojas oscuras
a nuestro paso.
Tú eras también una pequeña hoja
que temblaba en mi pecho.
El viento de la vida allí te puso.
En un principio no te vi: no supe
que ibas andando conmigo,
hasta que tus raíces
horadaron mi pecho,
se unieron a los hilos de mi sangre,
hablaron por mi boca,
florecieron conmigo.
Así fue tu presencia inadvertida,
hoja o rama invisible
y se pobló de pronto
mi corazón de frutos y sonidos.
Habitaste la casa
que te esperaba oscura
y encendiste las lámparas entonces.
Recuerdas, amor mío,
nuestros primeros pasos en la isla:
las piedras grises nos reconocieron,
las rachas de la lluvia,
los gritos del viento en la sombra.
Pero fue el fuego
nuestro único amigo,
junto a él apretamos
el dulce amor de invierno
a cuatro brazos.
El fuego vio crecer nuestro beso desnudo
hasta tocar estrellas escondidas,
y vio nacer y morir el dolor
como una espada rota
contra el amor invencible.
Recuerdas,
oh dormida en mi sombra,
cómo de ti crecía
el sueño,
de tu pecho desnudo
abierto con sus cúpulas gemelas
hacia el mar, hacia el viento de la isla
y cómo yo en tu sueño navegaba
libre, en el mar y en el viento
atado y sumergido sin embargo
al volumen azul de tu dulzura.
O dulce, dulce mía,
cambió la primavera
los muros de la isla.
Apareció una flor como una gota
de sangre anaranjada,
y luego descargaron los colores
todo su peso puro.
El mar reconquistó su transparencia,
la noche en el cielo
destacó sus racimos
y ya todas las cosas susurraron
nuestro nombre de amor, piedra por piedra
dijeron nuestro nombre y nuestro beso.
La isla de piedra y musgo
resonó en el secreto de sus grutas
como en tu boca el canto,
y la flor que nacía
entre los intersticios de la piedra
con su secreta sílaba
dijo al pasar tu nombre
de planta abrasadora,
y la escarpada roca levantada
como el muro del mundo
reconoció mi canto, bienamada,
y todas las cosas dijeron
tu amor, mi amor, amada,
porque la tierra, el tiempo,el mar, la isla,
la vida, la marea,
el germen que entreabre
sus labios en la tierra,
la flor devoradora,
el movimiento de la primavera,
todo nos reconoce.
Nuestro amor ha nacido
fuera de las paredes,
en el viento,
en la noche,
en la tierra,
y por eso la arcilla y la corola,
el barro y las raíces
saben cómo te llamas,
y saben que mi boca
se juntó con la tuya
porque en la tierra nos sembraron juntos
sin que sólo nosotros lo supiéramos
y que crecemos juntos
y florecemos juntos
y por eso
cuando pasamos,
tu nombre está en los pétalos
de la rosa que crece en la piedra,
mi nombre está en las grutas.
Ellos todo lo saben,
no tenemos secretos,
hemos crecido juntos
pero no lo sabíamos.
El mar conoce nuestro amor, las piedras
de la altura rocosa
saben que nuestros besos florecieron
con pureza infinita,
como en sus intersticios una boca
escarlata amanece:
así conocen nuestro amor y el beso
que reunen tu boca y la mía
en una flor eterna.
Amor mio,
la primavera dulce,
flor y mar, nos rodean.
No la cambiamos
por nuestro invierno,
cuando el viento
comenzó a descifrar tu nombre
que hoy en todas las horas repite,
cuando
las hojas no sabían
que tú eras una hoja,
cuando
las raíces
no sabían que tú me buscabas
en mi pecho.
Amor, amor,
la primavera
nos ofrece el cielo,
pero la tierra oscura
es nuestro nombre,
nuestro amor pertenece
a todo el tiempo y la tierra.
Amándonos, mi brazo
bajo tu cuello de arena,
esperaremos
cómo cambia la tierra y el tiempo
en la isla,
cómo caen las hojas
de las enredaderas taciturnas,
cómo se va el otoño
por la ventana rota.
Pero nosotros
vamos a esperar
a nuestro amigo,
a nuestro amigo de ojos rojos,
el fuego,
cuando de nuevo el viento
sacuda las fronteras de la isla
y desconozca el nombre
de todos,
el invierno
nos buscará, amor mío,
siempre,
nos buscará, porque lo conocemos,
porque no lo tememos,
porque tenemos
con nosotros
el fuego
para siempre.
Tenemos
la tierra con nosotros
para siempre,
la primavera con nosotros
para siempre,
y cuando se desprenda
de las enredaderas
una hoja
tú sabes, amor mío,
qué nombre viene escrito
en esa hoja,
un nombre que es el tuyo y es el mío,
nuestro nombre de amor, un solo
ser, la flecha
que atravesó el invierno,
el amor invencible,
el fuego de los días,
una hoja
que me cayó en el pecho,
una hoja del árbol
de la vida
que hizo nido y cantó,
que echó raíces,
que dio flores y frutos.
Y así ves, amor mío,
cómo marcho
por la isla,
por el mundo,
seguro en medio de la primavera,
loco de luz en el frío,
andando tranquilo en el fuego,
levantando tu peso
de pétalo en mis brazos,
como si nunca hubiera caminado
sino contigo, alma mía,
como si no supiera caminar
sino contigo,
como si no supiera cantar
sino cuando tú cantas.

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